Sobre mí
Me siento orgullosa de la tierra que me vio nacer, un municipio de Barcelona enclavado en el corazón de la comarca del Vallés Oriental. En Granollers, abrí los ojos al mundo en 1969, visité sus parques de la mano de mi abuelo, recorrí sus calles en bicicleta, descubrí que su Porxada es algo más que una construcción de piedra y que la amistad es mucho más que un concepto. Mis recuerdos de infancia están vestidos con el uniforme de la escuela, huelen al pan que cocían bajo mi ventana y saben a un eterno verano de tebeos y lecturas.
Desde niña sentí una enorme vocación de cuidado. Se reveló en mí la enfermera en la que luego me convertí. He ejercido esta maravillosa profesión durante más de treinta años en los que he tenido el privilegio de contar con grandes compañeros por los que siento una enorme fascinación. Tengo que admitir que ellos están hechos de otra pasta, a mitad de camino entre los dioses y los mortales, a imitación de los Nefilim bíblicos, una raza secreta de hombres con sangre angelical, considerados cazadores de demonios. Miran al dolor a los ojos, le plantan cara a la pérdida, se sobreponen al miedo y no te sueltan de la mano, son incombustibles, prodigiosos… y digo con orgullo que son mis amigos.
La proximidad con las emociones humanas y mi pasión por los libros fueron el terreno abonado para que germinara la semilla. Descubrí un buen día a la escritora que siempre había convivido conmigo, agazapada en mi interior, nutriéndose de experiencias hasta ver llegado el momento de entrar en escena.
Ella me llevó de la mano durante el proceso creativo de mi primera novela: La Chica del Río. Fue un viaje maravilloso a través de las emociones y los recuerdos. Una historia que pertenece al género de la novela negra, pero que está cargada de experiencias y sentimientos.
Tengo mis favoritos, pero amo todos los géneros, por eso mi segunda novela: Alas de Tormenta ha perdido el color negro de la primera, pasando al género de la novela histórica. Sin darme yo cuenta, mis personajes me arrastraron a la España de 1936, una época muy dura de nuestra historia que no nos conviene olvidar.
También me apasionan los relatos, son como esos aceites que contienen en una gota el poder de envolverte en su esencia durante horas. Uno de mis relatos se ha incluido en una Antología publicada por ExLibric, Relato 48, algo que me hace especial ilusión por lo fortuito e inesperado, es un honor compartir índice junto con otros cuarenta y siete autores.
Mi tercera novela: Siete Días me sorprendió por su frescura. Los personajes me llevaron a recrear un escenario dinámico con giros inesperados. Una búsqueda de la verdad concentrada en siete días.
La siguiente… quién sabe… las palabras me poseen, me dejo arrastrar por ellas y nunca sé dónde me llevarán, ellas deciden. Estoy convencida de que son poderosas y sanadoras, de que al igual que una enfermera, las palabras acompañan, cuidan, consuelan y curan. Nadie me hará creer que a las palabras se las lleva el viento… Sé que este únicamente las hace bailar, pero que nunca, jamás, podrá barrerlas; son demasiado valerosas, son nuestras, nos sostienen y nos deforman, nos insuflan de vida o nos dejan sin aliento. Las palabras son mágicas y el mérito no es mío… es todo suyo.